lunes, 12 de marzo de 2007

UNA FORMA DE VIDA

Hoy me crucé con un conocido, me vio con la camiseta de Rescatate y me preguntó sonriendo: ¿cómo vas a ser de Rescatate? Lo miré asombrado, y en mi mente se me cruzó la imagen de cada fin de semana, cuando con la mirada perdida agarro los botines, la camiseta y arranco para el Palacio San Martín, después me bajo del micro y voy a caminando para la cancha. Ya en Parque Norte, que cada sábado domingo se convierte en festival, veo gente de diferentes edades y clases sociales. La abuela con el gorro rojinegro de la mano del nietito con la camiseta.
En todo esto que da vueltas por mi mente, recuerdo que siempre llego a la cancha temprano, y por instinto lo primero que hago es pedirles que dejen todo, todo por la camiseta. Eso que para algunos es un partido, para mi es motivo de alegría o tristeza semanal.
Entro a la cancha y miro a mis compadres, y pienso en cuánta gente pisó ese verde y no sintieron lo mismo que yo. Conmigo ya pasaron por ahí amigos y hasta casihermanos, como lo es El Poyo, como lo es Mosca, como también jugó mi inolvidable Fede Gullo, quien me dio su último pase de gol, también pasaron generaciones de gente que siempre llevo conmigo, casos de Bruni, Fabi, La Clota, Fernandito el Heredero, y, claro, los Barriletes, genios de la vida. Ellos, por culpa de nacer tarde, se perdieron algunas amistades mencionadas, pero hubieran sentido lo mismo que yo cada vez que entro a ese territorio.
Pienso en el viejo dicho que los jugadores pasan y la hinchada queda. Miro a la hinchada y me emociona ese cielo de banderas y globos negros y rojos preparados para recibir a la Máquina Fumanchera de Palermo. Son miles de personas, pero cada uno forma parte de esta gran familia rojinegra.
Vuelvo a mirar el césped y llega el momento más esperado de la semana, se abre el portón y sale Rescatate a la cancha. La familia rojinegra estalla, los papelitos tapan la visión por unos segundos y las bombas de estruendo hacen saltar a los pocos que no se conmovieron con semejante espectáculo. Los siete jugadores con los brazos en alto saludamos a La Irrescatable que nos recibe con el característico himno “Desde el Este y el Oeste, desde el Norte y desde el Sur, siempre estamos de la nuca, Rescatate Fútbol Club". No tarda en salir el rival, los silbidos son ensordecedores, los ojos miran como si esos siete jugadores hubiesen desembarcado en Parque Norte directamente desde el infierno. Al principio odio, pero después reflexiono que ese equipo también es un equipo de amigos. Tiene grandes seres humanos detrás (pero no hinchas) que hicieron un esfuerzo tan grande para jugar en Parque Norte, igual al esfuerzo que yo hice tantas veces por mi Rescatate.
Cuando recapacito ya empezó el partido. Pienso en los pibes que quisieran jugar en Rescatate y entender que esto es para pocos de los muchos. La Irrescatable no para de saltar y cantar. El mundo se achica, sólo existe el pasto, los jugadores, la pelota y los arcos. Se vive como si el futuro de RFC dependiera de ese partido.
Avanzan peligrosamente los rivales, por milagro nos salvamos. El vago que tengo al lado se agarra la cabeza, y con una mirada nos comentamos toda la jugada. Hasta que por fin llega el momento. Los pibes tocan. La banda sigue alentando. La popular y la platea se ponen de pie. Rescatate llega al área. El remate vence al arquero y se infla la red del arco que da al frontón. Me abrazo con el Poyo, le hago un guiño a Mosca, felicito a Bulto y Facundito , aliento a Chorizo y a Fran, nos prometemos seguir con el mismo ritmo con Juancito, El árbitro termina el partido, mis nervios hacía 15 minutos que ya no soportaban mas. Nos abrazamos, siempre lo merecemos. El hecho de defender los colores que yo amo me hace merecedor de un multitudinario aplauso.
Me voy en silencio de la cancha con satisfacción. Siento que la gente comenta el partido, y uno que otro pregunta quien es el 24. Ahí recapacito y me doy cuenta que la historia de esta pasión no se terminó. Por el contrario, hace ya varios meses sigue latiendo y durará muchísimo tiempo más.
Esas franjas rojas y negras que todo un pueblo lleva en el corazón, después de esa imagen que pasó tan fugaz y profundamente de lo que vivo cada fin de semana, me recordó que había alguien frente a mi que me hizo una pregunta. Lo miré con lástima y le respondí:
¿Y cómo no voy a ser de Rescatate?

Diego González 30/04/06

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