EL QUE ABANDONA NO TIENE PREMIO

Tras tres semanas sin partido, Rescatate enfrentaba su segunda semifinal consecutiva con la obligación obvia de superarla y buscar revancha en una hipotética final luego de transformar el sueño del Apertura en una pesadilla eterna que aún ronda por las mentes del mundo rojinegro. Con equipo ideal y la visita ilustre de Piguaín proveniente de tierras neuquinas, la Máquina Fumanchera obtendría el ansiado pasaje al partido decisivo con un 6 a 3 inapelable en el trámite general del encuentro, pero trabajoso en distintos pasajes del mismo.

Con Sherman en el arco (distintas fuentes vieron al arquero de la valla menos vencida del torneo bardeado durante la madrugada sabatina), Sacha (contra todos los pronósticos se guardó la noche anterior y por ese motivo fue visto el sábado a la noche junto a los pibes con una sonrisa de oreja a oreja) y Facu en la defensa; Lio, Calcha (cada vez mas lejos del descone y mas cerca del altar) y el Cuervo (otro que mira con cariño las esposas) en el mediocampo y Nacho en la delantera, Rescatate salió en busca del partido desde el primer minuto. Es tan literal la observación que antes de que se cumplan los primeros 60 segundos, “Ashton” Le Fort iba a abrir el marcador con un zurdazo letal desde afuera del área. El 1 a 0, lejos de dormir al equipo de Palermo, lo envalentonó y lo llevó a arremeter una y otra vez contra un débil rival, que mostraba la consistencia de un flan en defensa y hacía agua en la ofensiva. A los pocos minutos de quebrar al doble de Jorge Leiva, Gambetita iba a encarar por izquierda y en una pared veloz y precisa con Nacho, iba a inflar la red una vez más para decretar un 2 a 0 que sellaba la victoria hasta para el más pesimista. Pero no todo iba a ser tan fácil. El fútbol es impredecible y así como equipos como Banfield, Argentinos y Los Putitas salieron campeones, Academia iba a crecer sorpresivamente y promediando la primera mitad iba a llegar a la igualdad mediante un cabezazo y una contra.

El entretiempo encontraba al rojinegro entre dudas y fantasmas. Y ahora que hacemos? Lo salimos a buscar como al principio? O ya que el empate nos favorece nos jugamos a la desesperación del rival y a la contra nuestra? Y si ponemos a Pigu para que haga un par de goles y solucione todo? Una pregunta atrás de la otra, casi sin pausa, sobrevolaba la mañana nublada de Ingeniero Maschwitz. Con el poder de decisión que caracteriza a RFC y su plantel, el equipo saldría igual (sin cambios y a seguir como se venía jugando con la necesidad de mejorar en lo colectivo y lo individual). Piguaín seguiría esperando sus diez minutos de gloria desde el banco, con la paciencia de los grandes y la sabiduría de los Dioses.

El segundo tiempo iba a tener un comienzo complicado para la Máquina Fumanchera. Un par de malas salidas desde el fondo, el oportunismo de los delanteros de Academia (que a esa altura habían crecido como todo el conjunto racinguista) y el empuje general del rival iban a hacer tambalear el arco rojinegro. Tres o cuatro córners consecutivos para los albicelestes iban a agigantar la figura de Sherman, que con sus ya famosos gritos de guerra, asusta hasta al delantero más osado y lo hace pensar dos veces antes de ponerle la cabeza a un centro. Promediando los últimos 35 minutos aparecería el goleador, la figura, el capitán y el DT en cancha de Rescatate. Como nos tiene acostumbrados desde la primera fecha, se iba a poner el equipo al hombro y en cinco minutos, iba a marcar dos veces para estirar la ventaja a un 4 a 2 que esta vez parecía inalcanzable de dar vuelta. Enseguida un tiro libre de mitad de cancha de Gambetita en busca de algún testazo rojinegro iba a entrar pidiendo permiso y una gran jugada del Cuervito Conrescate (ya dejó hace tiempo de ser Sinrescate) con Maschorizo, que el propio vecino de Palermo, Boedo, Almagro, Villa Soldati, Flores y una larga lista de etcéteras iba a finalizar empujando la redonda a la red, estampaban un 6 a 2 que definía el partido. Academia iba a seguir intentando y se iba a encontrar con un gol que lejos estuvo de inquietar a Rescatate. El pasaje a la final era un hecho.

Sin embargo, quedaba tiempo para lo mejor. Con el encuentro resuelto y un cambio por hacer, el alma caritativa del goleador rojinegro iba a aparecer en acción y le iba a permitir a Piguaín volver a las canchas. La inactividad de tres largos meses no se iba a hacer sentir y en la primera que tuvo, encaró y peleó contra dos. Sus indescifrables amagues y su potencia lo iban a dejar prácticamente solo frente al arquero, pero una patada de impotencia iba a llegar desde atrás. Tiro libre en el borde del área, ideal para un diestro. Ideal para Pigu. La acomodó con la seguridad que solo tienen unos pocos, midió el ángulo superior derecho. La carrera de cuatro pasos se hizo corta y el derechazo salió fuerte y directo hacía allí. El travesaño no lo iba a dejar gritar. Pero era un presagio de que estaba intacto, de que su gol iba a llegar. Dos minutos después Maschorizo iba a desbordar por derecha y un centro milimétrico y teledirigido encontró la cabeza del goleador patagónico (esta vez sin gel y con un peinado que lo rebautizó como el nuevo rockabilly del equipo). Su fuerte nunca fue el cabezazo. Por eso el remate con su morocha cabellera se iba a ir por arriba del arco. A falta de unos pocos minutos iba a llegar la tercera y última chance. Volvió a encarar, volvió a pelear contra dos y llegando al área, otra vez infracción. Pero esta vez dentro de la misma. Penal. Ocasión ideal. La tercera es la vencida. Todo cerraba. Era la vuelta al gol del máximo goleador que vió nacer y crecer el fútbol amateur. Las cámaras lo enfocaban, lo seguían, estaban con él. Y él lo sabía. Acomodó la bocha más cerca de lo permitido (siempre pillo él), el árbitro le exigió que la retrase y así lo hizo. El momento cúlmine se hacía desear. La vista en la redonda, un vistazo al arquero y otra vez la mirada fija al esférico, que parecía guiñarle el ojo y susurrarle: “es tuyo Pigu, no me falles”. Otros cuatro pasos, esta vez un poco mas lentos, y la Garza que suelta el derechazo. Y el destino que se ríe de él. Un tirito débil fue al medio del arco, abajo. El arquero dio un rebote corto y con un esfuerzo supremo, Piguaín iba en busca de él. Pero iba a llegar exigido (casi tanto como el Vikingo en aquella recordada carrera desde el borde del área grande) y no iba a poder marcar. La desilusión invadió la cancha 10 y los espectadores acompañaron el sentimiento, más allá de alguna carcajada que sonó tímidamente.

El 6 a 3 definitivo marca dos realidades: la primera es que Rescatate irá en busca del esquivo título dentro de poco menos de una semana, con plantel completo y el ánimo por las nubes. La segunda, que la gilada se quiere matar. Para ellos, será cuestión de ver la final por TV. Como dice el ícono del rock nacional, Carlos el “Indio” Solari y como no se cansa de repetir un fiel hincha de Rescatate: EL QUE ABANDONA, NO TIENE PREMIO.